La Sociedad como realidad Subjetiva
"LA SOCIEDAD COMO REALIDAD SUBJETIVA"
Ya que la sociedad existe como realidad tanto objetiva como subjetiva, cualquier comprensión teórica debe abarcar ambos aspectos. Estos aspectos reciben su justo reconocimiento si la sociedad se entiende en términos de un continuo proceso dialéctico compuesto de tres momentos: externalización, objetivación e internalización. Los tres caracterizan simultáneamente a la sociedad y a cada sector de ella.
El individuo no nace miembro de una sociedad: nace con una predisposición hacia la socializad, y luego llega a ser miembro de una sociedad. El individuo es inducido a participar en la dialéctica de la sociedad. La internalización en este sentido general, constituye la base, primero, para la comprensión del mundo en cuanto realidad significativa y social.
Esta aprehensión comienza cuando el individuo asume el mundo en el que ya viven otros. El asumir es un proceso original para todo organismo humano, y el mundo, una vez asumido, puede ser creativamente modificado o hasta recreado. No solo vivimos en el mundo, sino que participamos cada uno en el ser del otro.
Solamente cuando el individuo ha llegado a este grado de internalización puede considerárselo miembro de la sociedad. Socialización puede definirse como la inducción amplia y coherente de un individuo en el mundo objetivo de una sociedad en un sector de él. La socialización primaria es la primera por la que el individuo atraviesa en la niñez. La socialización secundaria es cualquier proceso posterior que induce al individuo ya socializado a nuevos sectores.
Se advierte a primera vista que la socialización primaria suele ser la más importante para el individuo, y que la estructura básica de tosa socialización secundaria debe semejarse a la de a primaria.
El yo es una entidad reflejada, porque refleja las actitudes que primeramente adoptaron para con él los otros significantes; el individuo lega a ser lo que los otros significantes lo consideran.
Lo que más importa es el hecho de que el individuo no solo acepta roles y las actitudes de otros, sino que en el mismo procero acepta el mundo de ellos. Todas las identidades de realizan dentro de horizontes que implican un mundo social específico.
La formación, dentro de la conciencia, señala una fase decisiva en la socialización. Implica la internalización de la sociedad en cuanto tal y de la realidad objetiva en ella establecida. La sociedad, la identidad y la realidad se cristalizan subjetivamente en el mismo proceso de internalización. Cuando el otro generalizado se ha cristalizado en la conciencia, se establece una relación simétrica entre la realidad objetiva y la subjetiva. La realidad objetiva puede traducirse fácilmente en realidad subjetiva, y viceversa. El lenguaje es, por supuesto, el vehículo principal de este proceso continuo de traducción en ambas direcciones. Ningún individuo internaliza la totalidad de lo que se objetiva como realidad en su sociedad, ni aun cuando esa sociedad y su mundo sean relativamente simples. Siempre existen elementos de la realidad subjetiva que no se han originado en la socialización, tales como la conciencia del propio cuerpo anterior a cualquier aprehensión socialmente entendida de aquél y aparte de ésta. La relación entre el individuo y el mundo social objetivo es como un acto de equilibrio continuo.
Los adultos son los que disponen las reglas del juego. El niño puede intervenir en el juego con entusiasmo o con hosca resistencia.
Los contenidos específicos que se internalizan en la socialización primaria varían, claro está, de una sociedad a otra.
El niño aprende por qué los programas son lo que son. el mundo de la infancia, con su luminosa realidad, conduce, por tanto, a la confianza, no solo en las personas de los otros significantes, sino también en sus definiciones de la situación.
La socialización primaria comporta secuencias de aprendizaje socialmente definidas. A la edad A el niño debe aprender X, y a la edad B debe aprender Y, y así sucesivamente.
La socialización primaria finaliza cuando el concepto del otro generalizado se ha establecido en la conciencia del individuo. Esto nos presenta otros dos problemas para resolver: primero, cómo se mantienen en la conciencia la realidad internalizada en la socialización primaria, y, segundo, cómo se efectúan otras socializaciones -las secundarias- en la biografía posterior del individuo.
Ya que la sociedad existe como realidad tanto objetiva como subjetiva, cualquier comprensión teórica debe abarcar ambos aspectos. Estos aspectos reciben su justo reconocimiento si la sociedad se entiende en términos de un continuo proceso dialéctico compuesto de tres momentos: externalización, objetivación e internalización. Los tres caracterizan simultáneamente a la sociedad y a cada sector de ella.
El individuo no nace miembro de una sociedad: nace con una predisposición hacia la socializad, y luego llega a ser miembro de una sociedad. El individuo es inducido a participar en la dialéctica de la sociedad. La internalización en este sentido general, constituye la base, primero, para la comprensión del mundo en cuanto realidad significativa y social.
Esta aprehensión comienza cuando el individuo asume el mundo en el que ya viven otros. El asumir es un proceso original para todo organismo humano, y el mundo, una vez asumido, puede ser creativamente modificado o hasta recreado. No solo vivimos en el mundo, sino que participamos cada uno en el ser del otro.
Solamente cuando el individuo ha llegado a este grado de internalización puede considerárselo miembro de la sociedad. Socialización puede definirse como la inducción amplia y coherente de un individuo en el mundo objetivo de una sociedad en un sector de él. La socialización primaria es la primera por la que el individuo atraviesa en la niñez. La socialización secundaria es cualquier proceso posterior que induce al individuo ya socializado a nuevos sectores.
Se advierte a primera vista que la socialización primaria suele ser la más importante para el individuo, y que la estructura básica de tosa socialización secundaria debe semejarse a la de a primaria.
El yo es una entidad reflejada, porque refleja las actitudes que primeramente adoptaron para con él los otros significantes; el individuo lega a ser lo que los otros significantes lo consideran.
Lo que más importa es el hecho de que el individuo no solo acepta roles y las actitudes de otros, sino que en el mismo procero acepta el mundo de ellos. Todas las identidades de realizan dentro de horizontes que implican un mundo social específico.
La formación, dentro de la conciencia, señala una fase decisiva en la socialización. Implica la internalización de la sociedad en cuanto tal y de la realidad objetiva en ella establecida. La sociedad, la identidad y la realidad se cristalizan subjetivamente en el mismo proceso de internalización. Cuando el otro generalizado se ha cristalizado en la conciencia, se establece una relación simétrica entre la realidad objetiva y la subjetiva. La realidad objetiva puede traducirse fácilmente en realidad subjetiva, y viceversa. El lenguaje es, por supuesto, el vehículo principal de este proceso continuo de traducción en ambas direcciones. Ningún individuo internaliza la totalidad de lo que se objetiva como realidad en su sociedad, ni aun cuando esa sociedad y su mundo sean relativamente simples. Siempre existen elementos de la realidad subjetiva que no se han originado en la socialización, tales como la conciencia del propio cuerpo anterior a cualquier aprehensión socialmente entendida de aquél y aparte de ésta. La relación entre el individuo y el mundo social objetivo es como un acto de equilibrio continuo.
Los adultos son los que disponen las reglas del juego. El niño puede intervenir en el juego con entusiasmo o con hosca resistencia.
Los contenidos específicos que se internalizan en la socialización primaria varían, claro está, de una sociedad a otra.
El niño aprende por qué los programas son lo que son. el mundo de la infancia, con su luminosa realidad, conduce, por tanto, a la confianza, no solo en las personas de los otros significantes, sino también en sus definiciones de la situación.
La socialización primaria comporta secuencias de aprendizaje socialmente definidas. A la edad A el niño debe aprender X, y a la edad B debe aprender Y, y así sucesivamente.
La socialización primaria finaliza cuando el concepto del otro generalizado se ha establecido en la conciencia del individuo. Esto nos presenta otros dos problemas para resolver: primero, cómo se mantienen en la conciencia la realidad internalizada en la socialización primaria, y, segundo, cómo se efectúan otras socializaciones -las secundarias- en la biografía posterior del individuo.
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